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La historia del Jabón

«El jabón es una especie de piedra, pero no natural: sensible, susceptible, complicada. Posee una dignidad particular […]»

Francis Ponge. Le Savon, Paris, Gallimard, 1967

Ah, nuestro querido jabón: producto fundamental para el humano moderno, pero no tanto para el de otras épocas. Por poner un ejemplo, para los romanos antiguos, que arrastran fama de haber sido un poco guarros. Pero otros pueblos de la Antigüedad sí lograron generar productos jabonosos con los que lavarse y presentarse limpios ante Osiris y otras deidades. Veámoslos.

By the rivers of Babylon…

Según la Wikipedia en inglés, la primera evidencia de la producción de productos ya similares al jabón data de alrededor del año 2800 antes de Cristo en la antigua Babilonia. Y en una tableta de arcilla, también babilónica y con fecha aproximada del 2200 a.C., quedó registrada una fórmula de jabón con agua, un álcali (sustancia con propiedades alcalinas) y aceite de casia.

Egipto

El papiro Ebers (de alrededor del 1550 a.C.) explica que los egipcios se bañaban con regularidad, combinando aceites animales y vegetales con sales alcalinas, con los que creaban un producto similar a lo que hoy en día entendemos por jabón.

Posteriormente, durante el reinado de Nabonides (siglo VI a.C.), existió al menos una receta de jabón consistente en una mezcla de cenizas, aceite de ciprés y aceite de semilla de sésamo. Eso sí, los documentos indican que su utilidad era más bien la de lavar las piedras de las sirvientas.

¿Qué han hecho los romanos por nosotros?

El método preferido por los romanos para limpiarse el cuerpo era masajear la piel con aceite, y luego raspar dicho aceite y la suciedad con una rascadera de metal o estrígil. Parece por tanto que otros pueblos contemporáneos a ellos se les adelantaron en cuanto al uso de jabón propiamente dicho. Por ejemplo, el médico Areteo de Capadocia, que vivió en el siglo I d.C., señaló que los galos usaban sustancias alcalinas con las que hacían bolas y las llamaban jabón.

La palabra latina para jabón, sapo, parece tener su origen en otra palabra germánica y en la latina sebum (sebo). Aparece, como no, en la obra “Historia Naturalis” de nuestro amigo Plinio el Viejo, concienzudo naturalista romano al que tanto hemos recurrido en nuestros artículos.

En esta obra, Plinio menciona un producto hecho a base de sebo y cenizas, pero sólo señala su uso como pomada para el cabello. Y dice Plinio, con cierta desaprobación, que los hombres galos y germanos tenían más tendencia a utilizarlo que las mujeres de esas tribus.

El uso de jabón para la limpieza personal se fue extendiendo en la Roma del siglo II d.C. En esa época, el histórico médico Galeno describe la fabricación de jabón con lejía, y prescribe su uso para eliminar las impurezas del cuerpo y la ropa. Según él, los segundos mejores jabones de la época eran los galos, y el podio lo encabezaban los fabricados por los germanos.

El jabón es una especie de piedra, pero no natural: sensible, susceptible, complicada. Posee una dignidad particular […]
Francis Ponge

Le Savon, Paris, Gallimard, 1967

China

Un limpiador similar al jabón fue fabricado en la antigua China a partir de las semillas de Gleditsia Sinensis, una de las 50 hierbas fundamentales de la medicina tradicional china. Otro limpiador tradicional se elaboraba mediante una mezcla de páncreas de cerdo y ceniza de plantas.

Pero el verdadero jabón, hecho de grasa animal, no apareció en China hasta la era moderna, pues los limpiadores de tipo jabonoso no eran tan populares como los ungüentos y las cremas.

Oriente medio

En el Oriente Medio se produjo un jabón de baño duro con un olor agradable durante la Edad de Oro Islámica, cuando la fabricación de jabón se convirtió en una industria establecida. El médico y erudito persa Al-Razi (854–925) describió varias recetas para fabricar jabón, y también legó una receta para producir glicerina a partir de aceite de oliva.

El jabón de Oriente Medio se fabricaba haciendo interaccionar grasas o aceites grasos con los álcalis. En Siria, el jabón se producía usando aceite de oliva junto con un álcali y cal como fórmula genérica, introduciendo también el laurel en el caso del jabón de Alepo. El jabón se exportó de Siria a otras partes del mundo musulmán y a Europa.

Un documento islámico del siglo XII describe el proceso de producción de jabón. Menciona el ingrediente clave, el álcali (del árabe al-qali, que significa cenizas), que luego resultará crucial para la química moderna.

En el siglo XIII, la fabricación de jabón en el mundo islámico prácticamente se había industrializado, teniendo como puntos fuertes las ciudades de Nablus, Fez, Damasco y Alepo.

Los caballeros de la mesa cuadrada

En la Europa Medieval, los fabricantes de jabón en Nápoles eran miembros de un gremio propio ya a finales del siglo VI, y en el siglo VIII, la fabricación de jabón era bien conocida en Italia y España.

En un acta legislativa, datada alrededor del 800 y que representa la voluntad real de Carlomagno, se menciona el jabón como uno de los productos con los que los administradores de las propiedades reales deben contar. En cuanto a la parte insular, en el Reino de Inglaterra la fabricación de jabones comenzó alrededor de 1200.

Del siglo XV al XVIII

En Francia, en la segunda mitad del siglo XV, la fabricación profesional de jabón se concentraba en unos pocos centros de la Provenza (Toulon, Hyères y Marsella) que abastecían al resto de Francia. En Marsella, para 1525, la producción se concentraba en al menos dos fábricas, y el jabón marsellés tendía ya a eclipsar al de los otros centros provenzales. En Inglaterra, la producción se concentraba en Londres.

Los jabones más finos se produjeron más tarde en Europa a partir del siglo XVI, utilizando aceites vegetales (como el aceite de oliva) en lugar de grasas animales. Muchos de estos jabones todavía se producen, tanto industrialmente como por artesanos a pequeña escala. El jabón de Castilla es un ejemplo popular de jabones vegetales derivados del jabón blanco italiano.

Los jabones fabricados industrialmente estuvieron disponibles a fines del siglo XVIII, cuando las campañas publicitarias en Europa y América promovieron la concienciación popular sobre la relación entre limpieza y salud.

Siglo XIX

A finales del siglo XVII se había introducido un impuesto al jabón en Inglaterra, lo que propició que se convirtiese en un lujo del que sólo disponían regularmente las clases más favorecidas. El comercio de jabón se incrementó y se desreguló cuando el impuesto fue derogado en 1853.

Hasta la Revolución industrial, la fabricación de jabón se realizaba a pequeña escala y el producto era rudo. Fue en la Inglaterra del XIX donde, gracias a las nuevas fábricas más avanzadas, los estándares de calidad mejoraron notablemente.

Por otro lado, a finales del XIX los fabricantes estadounidenses introdujeron campañas de marketing a gran escala, como la presentación del jabón en forma de barra y la distribución de muestras de productos, que lograron extender un poco más su consumo.

El jabón líquido también se inventó el siglo XIX, y a principios del XX varias compañías generalizaron su producción.

Aleppo rules

A pesar de todos estos avances, que por supuesto celebramos, la receta tradicional del jabón de Alepo se mantiene intacta y con una popularidad creciente. Si queréis saber más sobre él, podéis consultar el nuestros artículos: Cómo reconocer al verdadero jabón de Alepo y su Proceso de elaboración

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